lunes, septiembre 05, 2011

Se “suben” viejos sindicalistas al “carro” de los jóvenes en Chile




LA ESQUINA INTERNACIONAL

PUBLICADO EL 26 DE AGOSTO DE 2011

Se “suben” viejos sindicalistas al “carro” de los jóvenes en Chile

La tierra de Pablo Neruda --la economía más desarrollada de Latinoamérica, con un crecimiento del 8,2% en el primer semestre de este año, un ingreso per cápita sobre los 18 mil dólares, una tasa de desempleo del 6,5% y una tasa de alfabetismo del 98% que ocupa el lugar 40 del Índice Mundial de Competitividad— sigue al rojo vivo.

Esta semana, las protestas hasta ahora lideradas por dos jóvenes, ambos presidentes de las federaciones de estudiantes de las dos principales universidades de este país --Camila Vallejo, militante comunista de 23 años, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, y Giorgio Jackson, de izquierda, presidente de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile--, tienen ahora un nuevo aliado.

Se trata de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), fundada en septiembre de 1988, considerada la principal organización sindical en Chile, así como la heredera histórica --en cuanto a cantidad de afiliados y papel protagónico-- de la Central Única de Trabajadores de Chile, creada en 1953 y disuelta tras el golpe de estado de 1973.

La organización --que según algunos analistas vive una crisis de credibilidad-- llamó a un paro nacional, con la esperanza, alega la mayoría --aunque Camila Vallejo lo niega--, de aprovechar la fuerza del movimiento estudiantil y “subirse al carro” de las demandas encabezadas por ellos.

En todo caso, es el primer paro nacional que enfrenta el joven gobierno del presidente Sebastián Piñera, con apenas 17 meses en el poder.

Aunque los cuatro partidos que conforman la coalición opositora (Partido Socialista, Partido por la Democracia, Partido Radical Socialdemócrata y Democracia Cristiana) se adhirieron también al paro, sin el apoyo de los estudiantes, la fuerza del mismo hubiese sido mucho menor, según fuentes chilenas vinculadas a las marchas.

Las demandas de la CUT, calificadas de “vagas” y “utópicas” por el gobierno de Piñera, van mucho más allá de exigir la instalación de un nuevo sistema público de educación y fin al lucro en el sector, que fueron las iniciales asociadas con las movilizaciones estudiantiles.

En efecto, el eje de las protestas de esta semana --que concluyó este jueves 25 con violentos enfrentamientos y 10 detenidos-- lee como una carta a Papa Noel: una nueva Constitución; un plebiscito; un nuevo sistema económico; un nuevo sistema previsional y un nuevo código de trabajo. En resumen, una nueva realidad, un nuevo país.

Nada raro que el vocero gubernamental, Andrés Chadwick, haya dicho que “más que utópicas, (las demandas de la CUT) son una vaguedad tremenda”.

“Quisiera saber si alguno de los convocantes tiene respuestas precisas y concretas sobre cada uno de los puntos (...)”, agregó en declaraciones a medios locales.

En un intento quizá de separar lo que son las demandas de los estudiantes a las de la CUT, Chadwick ha pedido “precisión” a los sindicatos para empezar a discutir sus reclamos y les recordó que el Ejecutivo está centrado en resolver el conflicto con los estudiantes.

Sin duda, el gobierno de Piñera sabe dónde está su principal contrincante. Conoce el poder de las redes sociales y de los jóvenes que en ellas se comunican. No en balde invitó a 15 reconocidos usuarios de twitter el miércoles pasado, el primer día del paro nacional, a comer al Palacio de La Moneda para escucharlos.

Difícil olvidarlo: hace apenas tres meses, Facebook --y Twitter en particular-- fueron fundamentales en las convocatorias a las marchas claves para el inicio de las protestas de los estudiantes, algunas de las cuales superaron las 100 mil personas sólo en la capital.

En Chile, la actual generación de jóvenes es conocida como la de los “jóvenes sin miedo”, porque ésta no vivió en carne propia la represión de la dictadura de Augusto Pinochet.

“Hay un despertar de la juventud que no vivió los atropellos de la dictadura… Los estudiantes son la generación que retoma posiciones consecuentes de su rol histórico”, explica la canta autora chilena Alejandra Acuña Moya, graduada de la Universidad Pontificia de Chile, a Quadratín.

Pero muchos, incluso algunos simpatizantes de los jóvenes, dentro y fuera de Chile, ven su alianza con la CUT como una mala noticia. Aunque todavía no hay señales de ello, sus válidas demandas, aún en una democracia sólida como la chilena, podrían diluirse en el maremoto de la politiquería barata. Habrá que seguir pendientes.

sábado, septiembre 03, 2011

Un poco de Kafka, otro de Macondo: la Nicaragua de hoy














A meses de las elecciones en Nicaragua, donde el presidente Daniel Ortega Saavedra, otrora Comandante (lo de otrora es mío; él lo sigue siendo) de la revolución encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), participará —a pesar de que se lo impide la constitución que él mismo diseñó— como candidato ganador, el país centroamericano es prueba de que el surrealismo macondiano, y el Gregorio Samsa de Kakfa, pueden vivir juntos, y ser felices, en nuestra América Latina.

Como el viento a Juárez, el FSLN ahí está. Se trata de aquella otrora (esa sí otrora) organización revolucionaria conformada por muchachos y muchachas aguerridos, idealistas, dispuestos a dar su vida por derrocar a la dictadura de Somoza, para ver nacer a una “Nicaragua Libre”. Sí, esos, los que sobrevivieron y que ahora viven en lujosas mansiones; esos que son dueños de empresas y de fincas; los que conducen carros del año y nunca se van a morir porque el seguro social no tiene una cama para ellos. Esos, los que siguen trabajando para lo que ellos llaman “la segunda etapa de la revolución” —sí, trabajando pero ya no “a la antigüita”: en la montaña, alimentándose de frijoles y tortillas, barbudos y portando AKs. No, por Dios, por algo tienen los años, las canas y el cargo que tienen. Ahora lo hacen como se debe: en la seguridad de sus hogares y amparados por su patrimonio, que no es cosa menor.

Me refiero a los que ahora se auto-definen como únicos “herederos” de César Augusto Sandino, el rebelde que enarboló el tema de derrocar a la dictadura somocista. Me refiero a muchos, pero quiero hacer hincapié en Ortega Saavedra y su esposa, la primera Dama Rosario Murrillo, porque son los más poderosos sandinistas en el pequeño país centroamericano –muy estable por cierto en términos macroeconómicos, según el FMI—, la patria de Somoza y de Sandino.

Daniel y Rosario ya no son como aquellos jóvenes, sus “compas”, a los que México, en los años 70, abrió las puertas de par en par. El FSLN –llamado “frentismo” o “danielismo” por sus adversarios— es ahora un partido político con todos las de la ley, a la vieja usanza del PRI-estado: el más popular –carga la simpatía de más o menos 30% del electorado, que no le garantiza que gane las elecciones salvo que haga alianza con otro grupo, lo que le es una segunda piel a estas alturas—y el que cuenta con todos los recursos del gobierno sin lugar a ninguna duda.

La pareja presidencial ahora es gran amiga de uno de sus otrora grandes enemigos: el Cardenal Miguel Obando y Bravo, quien fuera Obispo de la Iglesia Católica en Nicaragua cuando, en marzo de 1984, llegó el Papa Juan Pablo II a Nicaragua y fue vergonzosamente abucheado en los altoparlantes del estado revolucionario, que era, por cierto, ateo y marxista.

No sólo son amigos. Obando, ahora jefe de la Comisión de Reconciliación del gobierno —ya no participa en las reuniones de la Conferencia Episcopal— casó a la pareja por ahí de 2005, muy en contra sus principios y los de su Iglesia: Ortega y Murrillo habían vivido en pecaminoso concubinato durante años, época en la que procrearon varios hijos.

Pero eso es cosa de in illo tempore. Ahora, ambos son “cristianos, socialistas y solidarios”, atractiva combinación, cuando es honesta.

Además de haberse convertido al cristianismo, cambiaron el sobrio rojinegro de sus insignias, carteles, credenciales, slogans y banderas, a un blando rosa chicha —dicen que porque Rosario, experta en las artes ocultas, el tarot y demás monerías, asegura que es el color del amor y de la paz.

El cambio surrealista para muchos que vivimos el fervor, y la militancia a raja tabla del FSLN en los años 70s y 80s, empezó a fraguarse a partir de la pérdida de las elecciones en 1990. Primero Daniel –entonces aún con cara de Comandante de algo—empezó a hablar del gobierno “desde abajo”. Perfectamente subversivo y acorde a su perfil.

Pero llegaron las elecciones de nuevo, seis años después, que el FSLN perdió por segunda vez.

Y es que las elecciones, al estilo norteamericano –nadie, salvo Fidel que las ignora, ha inventado otras que yo sepa, por lo menos en América Latina— tienden a metamorfosear a nuestros políticos. Les pasa algo similar al Gregorio Samsa de Kafka.

Pues bien, en Nicaragua, ese año, el himno oficial del FSLN (aquel que hablaba del “enemigo de la humanidad”) fue sustituido ipso facto por la Novena Sinfonía de Beethoven —nada menos que el cuarto movimiento: Oda a la Alegría. No en balde la pareja Ortega-Murrillo tiene hoy un hijo tenor: Laureano Ortega Murillo, “un joven que con disciplina e increíble vocación se ha convertido en una promesa del canto lírico”, según un diario local.

Diez años después, el himno fue otro. Sin pedirle permiso a sus herederos, el FSLN utilizó —y sigue utilizando—la canción de John Lennon “Give Peace a Chance” (“Dale una oportunidad a la paz”), dizque para darle “un aire fresco y de tranquilidad” a la campaña del pasado 2006. Esa elección sí la ganaron.

En 2012, Daniel tiene casi asegurada su reelección, si bien ilegal, con el himno que escoja. Por ahora, él y su esposa se la pasan entregando títulos de propiedad a gente de escasos recursos, en “el Mes de la Patria”, o celebrando efemérides varias, siempre con el puño en alto.

Efemérides como el 32 aniversario de la creación del Ejército Popular Sandinista. Ese día, 2 de septiembre, Ortega mencionó, por primera vez desde la toma de Trípoli, que hace unos días cayó en manos de los rebeldes, al “hermano” Muamar El Ghaddafi. La Nicaragua del nuevo FSLN lo podría alojar, si él lo solicita, dijo. Fue el toque surrealista que nos faltaba para cerrar este despacho.

viernes, septiembre 02, 2011

'México tiene aún mucho dolor por delante'






México aún tiene mucho dolor por delante’

Jueves 25 de agosto. Por María Lourdes Pallais Checa, desde México, especial para IDL-Reporteros.-

(México, D.F.) Eran pasadas las tres de la tarde del jueves 25 de agosto en un casino de apuestas de Monterrey, corazón industrial de México y capital del pujante estado fronterizo de Nuevo León, ahora controlado en buena medida por uno de los más sangrientos cárteles de la droga, los Zetas.

De pronto, el lugar se cargó de fuego y de humo. Un señor mayor se asfixiaba. Mujeres lloraban trastornadas. Se armó una estampida sin salida en lo que terminó siendo la más reciente y una de las peores masacres vinculadas al crimen organizado en contra de la población civil de este país, que duró menos de tres minutos y dejó un saldo de 52 muertos.

Esta pesadilla se vivió a un año del fin del mandato del presidente Felipe Calderón, días antes de su quinto informe ejecutivo, mientras su gobierno opera impotente en un país fracturado por la corrupción y la impunidad, donde cada pedazo del territorio parece pertenecerle a un grupo criminal diferente.

Tres días de luto nacional fueron decretados, mismos que concluyeron el pasado domingo 28, horas después de la captura de cinco presuntos culpables de haber arrojado gasolina dentro del Casino Royale –uno de los muchos que operan en “Las Vegas de México” sin los permisos requeridos y amparado por los políticos de turno– donde más de 70 personas, la mayoría mujeres de la tercera edad, se distraían con promesas de fortuna instantánea, sin sospechar que terminarían asfixiadas o carbonizadas en el infierno de llamas, porque se refugiaron en los baños creyendo que era un asalto, o porque las puertas de salida estaban selladas.

Imágenes captadas por una cámara exterior del lugar de apuestas muestran cómo el grupo de atacantes llega al local con toda tranquilidad, los rostros descubiertos, en al menos tres vehículos, de donde bajan nueve sujetos armados, cargando el combustible que utilizaron para provocar el fuego.

Se trata del más grave ataque a un local en la historia del México moderno, pero no el primero. Apenas el 8 de julio pasado, en una cantina, también en Monterrey, fueron asesinadas, con una frialdad similar a la del pasado 25 de agosto, 17 personas. Hasta el día de hoy no hay detenidos y se ignora la causa de ese ataque.

Para muchos, el caso del Casino Royale marca la debacle de la estrategia oficial de la lucha contra el crimen organizado en este país.

En mayo pasado, ya el local de apuestas había recibido una suerte de ultimátum que obviamente nadie tomó en serio y que los dueños –temerosos, dijeron entonces – optaron por no reportar a las autoridades.

Hombres armados, disparando al aire, irrumpieron en el local, en un ataque atribuido a la delincuencia organizada, para presionar a sus dueños por el llamado pago de “cuotas de piso”. Aquel fue un aviso que no pasó a mayores.

Todo ello coincide con la proliferación de estos negocios –tristemente célebres por ser parte del “aparato circulatorio” del crimen organizado– en los últimos 11 años, en un México plagado de tráfico de influencias en la venta de permisos federales por millones de dólares.

Un pequeño gran botón de muestra

Mientras en Monterrey el alcalde Fernando Larrazabal encabeza una ofensiva en contra de casinos a los que acusa de operar fuera de la ley, nada menos que su hermano Manuel Jonás Larrazabal ha acudido en por lo menos tres ocasiones a recibir pagos en esos establecimientos.

De acuerdo con tres videos y decenas de fotografías del diario mexicano Reforma, el hermano de 53 años del alcalde estuvo en casinos de Monterrey en los últimos tres meses, donde el personal de los establecimientos le entregó fajos de dinero.

Estas revelaciones surgen casualmente cuando la tragedia del Casino Royale ha puesto los reflectores sobre la relación entre la autoridad y las casas de apuestas, mientras al menos 60 de ellas operan entre vacíos legales, opacidad y señalamientos de corrupción en el país.

El abogado del ahora llamado “hermano incómodo” asegura que los videos en los que su cliente aparece recibiendo dinero en diferentes casinos de Monterrey tienen que ver con el pago de quesos y productos regionales de Oaxaca, de donde es originario, además de premios de las casas de apuesta.

Lo que sí está clarísimo es que el auge de los casinos en los últimos años coincide con el aumento de la inseguridad –de la mano con la impunidad y el tráfico de influencias–, que ha provocado más de mil 200 muertos en Nuevo León en lo que va del año.
México atrapado en una siniestra “tormenta perfecta”

En entrevista con una radio local, el argentino Edgardo Buscaglia –académico de las Universidades de Illinois y Berkeley, especialista en seguridad del Instituto Tecnológico Autónomo de México– explica que se ha conjugado “la tormenta perfecta” que permite este cuadro de pesadilla.

El país –que para el experto no es una economía de mercado sino un sistema de “capitalismo mafioso”– cuenta con un sistema judicial “inoperante” sujeto a la “influencia de los políticos de turno”, y empresas que son en realidad “engendros políticos del Estado” que “actúan como extensión del sistema político”, al estilo de la Rusia de Yeltsin.

A Buscaglia no le parece raro que el hermano del alcalde de Monterrey aparezca en videos recibiendo dinero de los casinos, porque el país funciona dentro de un marco de “impunidad política”, donde, en un perfecto círculo vicioso, las “familias de los gobernantes hacen negocios y le compran propiedades al gobierno”, amparados todos por ellos mismos.

En su libro “Los Señores del Narco” – uno de los títulos más vendidos sobre política mexicana desde diciembre pasado-, resultado de cinco años de investigación, la periodista Anabel Hernández asegura que ningún grupo criminal existiría si no fuera por la complicidad de empresarios, banqueros, policías y funcionarios.


Mientras tanto, las investigaciones sobre la masacre en Monterrey continúan y apuntan a una extorsión del poderoso grupo criminal de los Zetas, que desde hace varios años se mueve casi como dueño del territorio regiomontano.

En esta trágica “segunda llamada” a los dueños del Casino Royale, los clientes del local no eran el objetivo de la banda, pero las cosas “se salieron de control”, confesaron los responsables materiales –cinco jóvenes que van de los 18 a los 30 años de edad— quienes ya fueron presentados ante la opinión pública y la prensa.

Aunque el grupo de “asesinos confesos” no dio declaraciones, el gobernador de Nuevo León Rodrigo Medina se encargó de servirles de vocero: “Solo queríamos darles un susto” (…) “Pedimos a gritos a la gente que se saliera pero las cosas se salieron de control”.

Calderón persiste en su estrategia contra el narco

A pesar de que en un cable revelado por Wikileaks Calderón le confesó al entonces presidente español José María Aznar (2007) que había cometido un error de cálculo sobre la profundidad y amplitud de la corrupción, y de la penetrante influencia del narcotráfico en México, el jefe de Estado rehúsa darle un golpe de timón a su estrategia.

“Con profunda consternación expreso mi solidaridad con Nuevo León y con las víctimas de este aberrante acto de terror y de barbarie”, publicó el mandatario en su cuenta de Twitter, casi cinco horas después del ataque. “Estos repudiables actos nos obligan a todos a perseverar en la lucha contra esas bandas de criminales sin escrúpulos”, agregó.

En efecto, Calderón sigue empeñado en combatir a los grupos criminales de manera frontal, tema que ha convertido en su bandera, como si quisiera pasar a la historia como el primer presidente mexicano que no pactó con el narco.

“No voy a permitir que sigan extorsionando a la gente, que sigan ejecutando su violencia con tanta saña, que deambulen impunemente, que secuestren a la gente”, puntualizó poco antes de reforzar la presencia de militares y policías federales en el Estado. Hoy, otros mil 500 efectivos del Ejército y Fuerza Aérea están asentados ahí para “incrementar el ímpetu de las acciones en el combate al narcotráfico y la delincuencia organizada”.

Y es que en esta lucha participan, a nivel nacional, más de 50 mil soldados, 30 mil policías federales y miles de policías locales. Cada uno de los cuatro años que lleva este enfrentamiento ha costado 120 mil millones de pesos (casi 10 mil millones de dólares) y más de 40 mil muertos, sin contar los miles de “levantados” (secuestrados).

Calderón ha optado por ignorarlo, pero el problema es que “el remedio es peor que la enfermedad”, en opinión de los expertos, incluyendo a Buscaglia.

Esta semana, el gobierno federal se “apuntó” una victoria: capturó a cinco de los nueve presuntos responsables de la masacre contra el Casino Royale, pero el empresario Raúl Rocha Cantú, dueño del local, huyó del país. Y ninguno de los otros socios –como el ex alcalde Adalberto Madero, quien facilitó su apertura a sus primos de la empresa Atracciones y Emociones Vallarta S.A. de C.V, que a su vez rentaron el permiso a la operadora Cymsa Corporation S.A. de C.V, donde el director es Rocha Cantú–, han dado la cara para explicar la extorsión de Los Zetas que incendiaron el lugar.

Además, como bien dijo Buscaglia en un programa de radio, poco después de la masacre en Monterrey, “detener a personas es necesario, pero está lejos de ser suficiente para detener a estos grupos criminales”.

El connotado especialista no le perdona una al gobierno de México. “Por su ineptitud -afirma- la violencia sigue creciendo hasta niveles incalculables (…) El presidente (Calderón) no puede seguir escuchando a sus asesores ineptos (…) Necesitamos menos conferencias de prensa y más acciones”.

Acciones sí, pero no militares. Un cambio de giro en la estrategia incluiría, por ejemplo, concentrarse en la detección y confiscación de los dineros y bienes patrimoniales del crimen organizado, dentro y fuera de México.

Hay más: terminar con la complicidad entre los políticos y el narco (como en Colombia, por ejemplo, donde se llegó a juzgar al 30 por ciento de los congresistas), depurar los cuerpos policiacos, ofrecer alternativas de empleo a los jóvenes, legalizar el consumo de drogas blandas.

De hecho, si el grupo de detenidos trabajaba para los Zetas –probablemente el único empleo más o menos bien remunerado que consiguieron en Monterrey –, ¿qué está haciendo el Estado para castigar al autor intelectual?

Hasta ahora, a una semana de la masacre en Monterrey y cuatro años después de una lucha abierta y desatada entre los diferentes grupos criminales por controlar territorios, muy poco. Solo discursos y declaraciones tonantes, retórica vacua, promesas y más promesas.

Hace unos días, por ejemplo, un grupo de políticos y legisladores se comprometió ante las cámaras de televisión a aprobar leyes de seguridad contra el lavado de dinero, extorsiones y extinción de dominio, que afectarían las ganancias ilícitas de los narcotraficantes que operan en México y que han estado durmiendo el sueño de los justos en el Poder Legislativo desde hace meses.

Habrá que ver si les da tiempo en lo poco que les queda de la siguiente legislatura, cuya atmósfera estará dominada por las elecciones federales de 2012. Los legisladores siempre parecen estar más entrampados en la burocracia y en la politiquería que comprometidos en aprobar iniciativas de leyes.

Mientras tanto, la hipótesis de Buscaglia, amparada en experiencias exitosas en Rusia y Colombia, resuena con eco ante la más reciente barbarie: en lugar de seguir atacando a los grupos criminales frontalmente –lo que sólo provoca más violencia–, habría que empezar a neutralizar sus bases económicas y congelar sus activos.
Antecedentes de los “Señores del Narco” en México

Buscaglia lo predijo hace cuatro años: en México surgirá un tipo de violencia que no se había visto desde la revolución de 1910. Para entonces (2007) ya se habían dado 10 asesinatos por cada 100 mil personas. Tres años más tarde, eran 20: 100 por ciento de incremento. Es decir, la violencia ha ido creciendo a velocidades alarmantes.

En los casi cinco años que lleva Calderón como jefe de Estado, en este país los ataques del crimen organizado han sido como la “letra escarlata” de su gestión; un gobierno que se propuso acabar con ese mal que durante los más de 70 años del PRI-Estado estuvo controlado y que, a partir del 2000 ha crecido como pulpo sin tener una autoridad que lo controle.

Durante los 70s y 80s del siglo pasado, bajo los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo, no existían los cárteles de la droga: eran pequeños grupos que se dedicaban a sembrar, transportar y cruzar a Estados Unidos marihuana y heroína.

Con ellos había un acuerdo. El gobierno regulaba la producción y supervisaba el traslado hasta la frontera a cambio de una suerte de “impuesto” y del cumplimiento de algunas reglas: no se permitía que los traficantes anduvieran armados ni que vendieran droga en el país. Ese “impuesto” se empleaba, en parte, para financiar la represión política.

En el gobierno de Miguel De la Madrid, todo empezó a cambiar. Según un informante de Anabel Hernández, “el pago de impuestos por parte de los narcotraficantes comenzó a transformarse en dinero directo para los policías y funcionarios”.

Así nació la organización de los hermanos Arellano Félix (que controlaba el paso de Tijuana), se fortaleció la organización de Juan García Ábrego (suyo era el paso de Nuevo Laredo) y comenzó a despuntar el cártel de Juárez.


Hoy en día, en México, el narco no parece estar a la defensiva. Al contrario: asesina, lava dinero, extorsiona, secuestra, controla territorios, reta, confronta. Y ahora, se le atribuye la matanza de hace unos días en un barrio de la próspera burguesía regiomontana donde, al parecer, los Zetas también se han apropiado de sus domésticas, sus jardineros y sus comercios.

De hecho, la tasa de municipios del país en manos de criminales es de 71 por ciento. El narco mexicano se dedica a 22 tipos de delitos con presencia patrimonial fuera de México, en países como España y Alemania. A estos grupos en México no se les ha tocado su fortuna. ¿Por qué? Porque patrocinan campañas electorales, entre otras cosas, asegura Buscaglia.

El politólogo y analista Eduardo Huchim, por su parte, reflexiona sobre la impotencia del Estado mexicano frente a la delincuencia organizada ante lo ocurrido en Monterrey:

“La realidad es que los gobiernos y sus fuerzas policiales y militares no pueden vencer a la delincuencia organizada, fundamentalmente porque están infiltrados. Mándese a la guerra a una tropa valiente pero comandada por jefes cómplices del enemigo y será derrotada con seguridad, aun cuando transitoriamente gane escaramuzas e incluso tome prisioneros”.

¿Era necesario el combate al narcotráfico? Sí, por supuesto. En eso todos están de acuerdo. Sólo que en México se está haciendo de forma desatinada, asegura la mayoría. Por momentos parece que el país se va a desbaratar, fracturado en su médula y abatido por las muertes de miles que el Estado no tiene, evidentemente, la capacidad de parar.

Ya lo dijo Buscaglia: “Lamentablemente México aún tiene mucho dolor por delante”.