lunes, mayo 02, 2005

Un blog propio, lunes, noviembre 08, 2004

De c�mo un encuentro de escritoras termin� en desencuentro con machos por Eve Gil

El pasado VI Encuentro Internacional de Escritoras In�s Arredondo, efectuado entre el 23 y el 26 de septiembre, suscit� un par de ins�pidas notitas en los diarios de la ciudad sede, Guadalajara, y una que otra en los de circulaci�n nacional. De hecho, el �nico que cubri� con seriedad e inteligencia dicho acontecimiento fue La Cr�nica de Hoy, a trav�s de su editora de cultura, Mar�a Lourdes Pallais (que es, asimismo, una espl�ndida novelista aunque haya acudido en plan de reportera). Con tristeza constat� que nadie entendi� el verdadero prop�sito de este encuentro: a la indiferencia manifiesta en un par de notitas de inc�moda localizaci�n, perdidas en un maremagno de notas consideradas de mayor relevancia no obstante ser de �ndole local y no internacional -aunque uno de estos diarios, El informador, �prest� a unas edecanes que se apostaron en las mesas de an�lisis, con la intenci�n, seguramente, de embellecer un ambiente de feas y fr�gidas acad�micas, de �mujeres que saben lat�n, sin marido ni buen fin�, que, ?oh iron�a!, resultaron ser mucho m�s bellas y voluptuosas que dichas se?oritas-, se suma la evidente ineptitud de los an�nimos rese?istas para captar el mensaje principal de las magistrales conferencias de las maravillosas escritoras Ana Mar�a Navales y Alicia Steimberg (espa?ola y argentina respectivamente), ya no digamos las ponencias que iban mucho, pero mucho m�s all� de enaltecer la �literatura femenina� por encima de la �masculina�, como absurdamente destacaron algunos que confundieron una celebraci�n del ingenio femenino con una asamblea de feministas rabiosas y castradoras. El lema del encuentro, que cada a?o tiene su sede en un pa�s distinto (el pr�ximo ser� en Galicia, Espa?a, la tierra de Rosal�a de Castro), no insin�a en ning�n momento que el tema a tratar sea la literatura femenina, por una raz�n muy sencilla: no existe tal literatura, por m�s que se hayan devanado los sesos para demostrarlo los detractores varones de este encuentro, �tan desnudos de noticias�: la cr�tica de y para la obra escrita por mujeres, era el verdadero asunto a tratar. �La literatura no tiene sexo -escribi� Francisco Arvizu en su columna de El informador titulada �La fosa y el p�ndulo�, suponiendo seguramente que descubr�a el hilo negro -. Primero, o es o no es (respecto a la mera redacci�n); segundo, hay �nicamente buena o mala literatura.� Esta frase, que aparece como metida como con calzador entre notas sueltas relacionadas con la presentaci�n de un libro, las declaraciones de un asesor del Centro Cultural Universitario y el derribo de �rboles (esto �ltimo alarmante en verdad, pero nada que ver con el dilema gen�rico planteado porArvizu), no hace menci�n al Encuentro de Escritoras, pero se publica justo cuando �ste se est� llevando a cabo, lo que nos hace sospechar que el titular de la citada columna repudia dicho encuentro. El que las escritoras y acad�micas se re�nan a hablar acerca de otras escritoras, por la simple y sencilla raz�n de que ning�n cr�tico var�n se ha molestado en abordar y estudiar la obra de las mismas (alguien tiene que hacerlo entonces, ?no?, sobre todo si estas autoras se encuentran a la altura de los autores m�s laureados y son, no obstante, desconocidas), da pie a toda clase de suspicacias, malos entendidos y bromas de p�simo gusto.

El punto culminante de este evento lo marcar�a la participaci�n de los cr�ticos varones. En lo personal, esperaba que �stos, como el resto de las ponentes (entre ellos mi esposo, maestro en letras mexicanas por la UNAM, que, de principio, supuse ser�a incluido en la mesa de los varones, cosa que no fue as� aunque no tardar�a en comprender por qu�), ?analizara la obra de alguna escritora en particular, como hizo mi esposo; o que rindiera un enriquecedor punto de vista masculino acerca del quehacer literario de sus colegas mujeres, pero empec� a sospechar que la cosa iba por otro lado cuando un d�a antes de su participaci�n en aqu�lla, la mesa m�s esperada, el escritor jalisciense Dante Medina (que por su extra?o acento confund� con franc�s), que formar�a parte de la misma, public� en su columna �Maneras de habitar el mundo�, tambi�n de El informador, los siguientes comentarios bajo el t�tulo (y dale) �?Existe la literatura femenina?�:

�Ardua y sencilla pregunta. Ardua, si queremos entender lo esencial de
lo-que-es-masculino y diferenciarlo de lo-que-es femenino. Sencilla, si nos parece de tan poca importancia que nos escabullimos respondiendo: �es como es�, o �es como todo�, o �all� cada quien�(...) Pregunta: ?Existe �la literatura femenina�? Respuestas mexicanas. Respuesta 1: s�, pero no. Respuesta 2: puede que s�, aunque qui�n sabe. Respuesta 3: sea como sea, ni nos perjudica ni nos beneficia, sino todo lo contrario. Respuesta 4: eso depende de lo que cada qui�n entienda por �literatura femenina�, ?no es cierto? Respuesta 5: entonces, digo yo, pues, si es as�, como quien dice ?verdad?, que es como si dij�ramos, a ver, primero nos vienen con que la �literatura femenina� ?y luego qu�? No, chato, van a salirnos quesque con la �literatura masculina�, y de ah� ya no paramos...�

Desconoc�a hasta ese d�a la existencia de Dante Medina, y me disculpo por mi ignorancia pues result� ser uno de los escritores m�s becados y premiados de nuestro pa�s; un genio, un tocado de los dioses, un descendiente de aquel cuyo nombre ostenta... un ching�n, nos dijeron; ?cuidado con �l!, le advirtieron a mi despistado esposo, indigno de compartir el podio con aqu�l por estar m�s interesado en la investigaci�n acad�mica que en ser amigo de los se?ores que se reparten el queso; loado sea Dante, aunque su estilo cantinflesco me hizo albergar ciertas dudas: ya sabemos, de todos modos, c�mo las gastan en el medio literario oficializado donde el talento es lo que menos importa. Al d�a siguiente de leer estos ins�litos comentarios asist� a la mesa precedida por Medina y otros dos varones, al parecer acad�micos de la UAG, Jos� Br� y Jorge Souza (tambi�n estaban programados Ildefonso Meza y Rogelio Guedea, y quienes, una de dos, o menospreciaron el tema, o rehusaron mofarse de las asistentes), en un auditorio que rebosaba de escritoras y
estudiosas de la literatura.

El primero en hablar fue Medina, y lo que dijo, aunque pretend�a sonar m�s dulce, m�s
suave y todav�a m�s ininteligible y capcioso que su comentario period�stico, fue, palabras m�s, palabras menos, que las �nicas y genuinas escritoras de este mundo son las musas; que las escritoras, as� como los escritores, obedecen al dictado de esas divinas tiranas, desnudas y de enhiestos pechos (un pelito le falt� para agregar: 90-60-90, con todo y el consabido adem�n), por consiguiente, �la literatura no tiene sexo�. A su discurso arjonesco, ya no cantinflesco, se sum� el del se?or Br� que empez� diciendo que ten�a cuatro hijas, ocho nietas, treinta t�as y no s� cu�ntas mujeres m�s, con lo que pretendi�, como se dice en el argot popular, ponerse el guarache antes de espinarse. Procedi� a burlarse de esa nueva tendencia de incluir a las mujeres en el discurso (�ciudadanos y ciudadanas�, �compa?eros y compa?eras�, etc.), con lo cual hubiera podido decir que estoy de acuerdo si no fuera porque eso no tiene absolutamente nada que ver con la literatura escrita por mujeres. Concluy� su intervenci�n con una enternecedora revelaci�n: �he le�do a Laura Esquivel y a Isabel Allende, y me encantan�. El tercer participante, Souza, algo m�s prudente, ley� una abalanza a dos personajes jalisciences, Jos� Mar�a Vigil y el Padre Agust�n Rivera, que abogaron por las mujeres con inclinaciones po�ticas a finales del siglo XIX y lleg� el primero de ellos a publicar una antolog�a que nos hizo el infinito favor de titular 89 poetas de finales del siglo XIX, y no 89 poetisas, lo cual, de entrada, habla muy bien de �l. Fue el �nico que aport�, al menos, un dato valioso e interesante, del que los propios Medina y Br� debieron tomar nota. Todo es, a decir de estos dos se?ores, divino y encantador, un para�so donde escritores y escritoras pueden deambular felices y desnudos, a sus anchas, alternando la jugosa manzana del �xito y las becas del Fonca. Los siglos de marginaci�n que han dado origen a que las mujeres se dediquen a rescatar a otras que murieron sin haber recibido el reconocimiento merecido se esfumaron en ese instante, por obra y magia de Medina y Br�. Escritoras silenciadas, marginadas, humilladas y menospreciadas nunca han existido porque ellos as� lo decretaron. Y mi palabra es la ley, dir�a el buen Jos� Alfredo, que por lo menos no se molestaba en fingir que no era mach�n. Ergo: el Encuentro Internacional de Escritoras era una real idiotez y las mujeres ah� reunidas �ramos unas hist�ricas que insist�amos en promover la obra de otras mujeres nada m�s por fastidiar a los hombres. Ya que ninguna de las damas presentes se atrevi� a aclararles de qu� se trataba la cosa y se contentaron con el cuento de las musas y las ochenta y nueve hermanas, tuve que alzar mi mano de mujer necia e impertinente, de u?as mordisqueadas y hambrientas de crema. Se me hizo entrega del micr�fono y les hice la siguiente pregunta, realmente est�pida:

-?Puede alguno de ustedes decirme c�mo es que, si bien William Faulkner y Carson
McCullers triunfaron al un�sono y gozaron del benepl�cito de la cr�tica de su tiempo, que los consideraba igualmente buenos, hoy todo el mundo conoce a Faulkner y ha olvidado a Carson?... ?Por qu� si se considera que los mejores autores que ha dado Austria son Thomas Bernhardt y Elfriede Jelinek, todos saben qui�n es Bernhardt e ignoran qui�n es Jelinek?... ?Por qu� en m�s de cien a?os de Premios Nobel, solamente nueve mujeres han ganado el de literatura?...

La respuesta nunca lleg�, claro. La sigo esperando. Los caballeros se miraban entre s�, como pregunt�ndose unos a otros qui�n era esa vieja gre?uda (o sea, yo), de qu� diablos estaba hablando, qui�nes eran esas Calson y la tal Felinek?... y todo ese rollo del premio Nobel... ?a qui�n le importa el Premio N�bel si no se lo ganaron ni Borges, ni Kafka ni Cort�zar ni Musil? Hombres, hombres, hombres... ?d�ganme el nombre de una sola mujer que ustedes consideren que merezca o haya merecido el Nobel! Silencio. Siempre silencio...

-Lo siento mucho -dijo Dante Medina; un Dante que es exactamente lo contrario de aquel en cuyo honor lo bautizaron: el que am� a una mujer al grado de elevarla por encima del sol y las dem�s estrellas -recon�celo, ustedes, las mujeres, llegaron tarde a la literatura...

-Sor Juana fue lo que Shakespeare a la literatura inglesa, lo que Cervantes a la
literatura espa?ola, lo que Dante (el aut�ntico, no usted) a la literatura italiana: la inauguradora de la literatura mexicana-le record�.

-Pero Homero fue antes que Sor Juana -se jact� ese Dante que se negaba a mirarme a lo ojos por considerarme un insectillo molesto.

-Pero Eukhadiana de Siria fue mucho, mucho antes que Homero... 22000 a?os antes de
Cristo... antes que cualquier otro escritor en el mundo, ?lo sab�a?, escrib�a en tablas sumerias y su padre, que a Dios gracias no era machista como algunos que estoy viendo, mand� a construir una biblioteca para albergar todos los poemas que escribi� su hija en honor a Innana, diosa de la escritura... mujer tambi�n.

Silencio. Bueno, no se discuta m�s, decret� el hom�nimo del poeta que m�s amo en el
mundo, con una pedanter�a y una soberbia impensables en aquel que busc� a su amada en el cielo, aunque ello implicara cruzar el infierno. La poeta quebequense Fran�oise Roy movi� negativamente la cabeza mientras manifestaba su total desacuerdo conmigo. Otra se levant� a tomar el micr�fono para rega?arme... como siempre ha sucedido: la peor enemiga de una mujer es otra, particularmente cuando la ligan intereses mezquinos al influyent�simo hombre que ha sido increpado y cuestionado. ?Para qu� reproducir lo que dijo esta mujer?, no es para ella para quien escribo mi columna, ni ninguno de mis libros futuros y presentes; es para mujeres y hombres con la sensibilidad y la inteligencia suficientes para entender que lo que hago no es marginar la literatura escrita por los hombres (creo que el lector ha descubierto ya mi muy especial devoci�n por la obra del florentino, que incluso es eje de mi pr�xima novela, narrada desde un punto de vista masculino), sino extraer del cofre de los tesoros esas maravillosas y poco conocidas (o completamente desconocidas) obras de autor�a femenina para entreg�rselas; para sorprenderlos (y sorprenderlas, dir�a Br�) con el talento y el genio de tantas escritoras injustamente ignoradas y marginadas.

El resto de las participantes esperaron a que terminara el show para rodearme en el patio del Museo Regional y felicitarme. Debo reconocer que me entristec� porque hubiera preferido ser aplaudida adentro y no afuera, sin embargo entiendo perfectamente que el miedo de las mujeres hacia el avasallante poder�o de los hombres (tenemos 2% de la riqueza mundial, dato que sustenta lo que pretendo explicar y seguramente se refleja en el reparto de las d�divas gubernamentales) todav�a nos asusta por las noches.

Es cierto: no existe una literatura femenina. Nada m�s absurdo, y as� lo manifest� en mi ponencia. Hay mujeres que escriben como hombres (jurar�a que soy una de ellas) y hombres que escriben como mujeres; y mujeres que escriben como tales y hombres que como tal escriben, y lo que verdaderamente importa es la calidad de su escritura. Nada m�s. Lo que nadie puede negar es que hombres como los antes citados no tienen el menor inter�s en leer a sus colegas mujeres; que las marginan, que ellos son los primeros en dividir un bando que se decreta �nico al no invitarlas a sus congresos ni mencionarlas en sus ensayos (a menos que sea para alabar su busto) ni rese?arlas ni tolerarlas ni mirarlas a los ojos ni escucharlas. As�, entonces, vuelvo a preguntar, ?si no nos leemos y estudiamos entre nosotras... qui�n lo har�? ?Dante Medina? ?El se?or que �nicamente ha le�do a Isabel Allende y Laura Esquivel, y por consiguiente cree que todas son iguales?

Huelga decir que ning�n peri�dico prest� importancia a esa minucia.


Eve Gil, narradora y ensayista.
Escribe la columna La Trenza de Sor Juana, en Arena.
evelinamaria@poetic.com