jueves, septiembre 30, 2004

''La razón es femenina; los sentimientos, masculinos''



( Ma. Lourdes Pallais en Guadalajara )
( 2004-09-26 )

“Hay que recordar que los sentimientos y el corazón, que definen a la mujer, son masculinos; y que la cabeza y la razón, que definen al hombre, son femeninos”, dijo el historiador José Bru, uno de tres ponentes de la última mesa del Encuentro de Escritoras Inés Arredondo en el Museo Regional de Jalisco. Ayer, en la tercera y última jornada del cónclave en la capital tapatía, la primera mesa de escritores varones fue el plato fuerte del día —que se perdieron más de la mitad de los participantes que salieron muy temprano a la Casa de Cultura de Tonalá para concluir allí sus lecturas, charlas y presentaciones—. Las ponencias de los escritores Dante Medina y Jorge Souza, y la del historiador José Bru, en palabras de la organizadora de la reunión, Laura Hernández Muñoz, resumieron uno de los objetivos del encuentro: polemizar sobre “la crítica de y para la obra escrita por mujeres”. Bru pidió “no poner género a quien escribe”; Medina comentó “nada más interesante que leer cómo se ven las mujeres en su intimidad” y Souza, de manera menos irónica y más formal, disertó sobre José María Vigil y Agustín Rivera, dos mexicanos defensores de los derechos de las mujeres y los indígenas en el siglo XIX. La respuesta del público, compuesto por unas 20 mujeres y dos hombres, fue iniciar lo que en dos días de reuniones no se había dado: una ráfaga de preguntas a los ponentes que convirtieron la mañana de ayer en una entretenida e interesante polémica. Carmen Vega, por ejemplo, una autora y catedrática de termodinámica en la Universidad de Puerto Rico, insistió que sí existe una diferencia en todo lo que hace el hombre y la mujer, y lo ejemplificó con la siguiente anécdota. “Dos estudiantes, un joven y una joven, hicieron el mismo ejercicio: midieron la corriente termodinámica de organismos vivos. Ambos lo hicieron todo igual, salvo que la joven esperó un segundito porque me dijo que le daba pena que las bacterias se murieran electrocutadas.” Todos estallaron a reír, mientas Carmen intentaba explicar: “es que la mujer le pone una gota más de sentimiento a todo lo que hace y si yo no me hubiera tomado el trabajo de preguntar, no hubiera entendido porqué los resultados de ambos ejercicios fueron tan diferentes”. Tras la afirmación de Dante Medina que era importante reconocer que “las mujeres, por razones de educación y cuotas de poder” habían llegado “tarde” a la literatura, la escritora y conferencista Eve Gil ripostó: “No es cierto. La primera mujer que escribió fue Eukhaddiana, en el año 2200 aC, en arcilla, y la primera mujer que escribió una novela fue una japonesa en el año 1010”. Medina agradeció el dato, que confesó, desconocía. Gil agregó otro, que en realidad era una pregunta cuya respuesta quedó en el tintero: “¿Por qué pocos en América Latina conocen a la escritora Carson McCullers y todos conocen a William Faulkner, aunque ambos fueron igualmente acogidos por la crítica e igualmente exitosos en su época?” Hubo un momentáneo silencio que una mujer que no se identificó trató de llenar diciendo, con voz suave y melodiosa, “estos pleitos no sirven de nada…”. Tomó entonces el micrófono María Vilalta, una novelista argentina que participó en el encuentro como ponente, para recordar que el meollo del problema de la difusión de la obra de mujeres, y hombres, era la industria editorial y el “comercio feroz que no tiene nada que ver con los géneros”. Nadie estuvo en desacuerdo, por supuesto. Para finalizar la corta pero dinámica discusión, volvió a tomar el micrófono la puertorriqueña para señalar que “la realidad es que estamos ante un siglo de uniformidad, donde ya no se les regala a los niños un soldado y a las niñas una muñeca, sino a ambos una computadora”. Hoy concluye el encuentro que, según adelantó Laura Hernández a Crónica, tendrá su séptima edición en la Universidad de Vigo, España, el próximo año, anuncio que se hará esta tarde en la clausura del evento.

Las letras no tienen género

Las letras no tienen género: Laura Hernández Muñoz
( M. Lourdes Pallais en Guadalajara )
( 2004-09-24 )

“Aquí no hay géneros; hay palabras, porque las letras no tienen género,” sentenció la poeta tapatía Laura Hernández Muñoz al dar el campanazo de inicio a la primera jornada de conferencias y ponencias del VI Encuentro Internacional de Escritoras Inés Arredondo 2004, que sesiona en el Museo Regional del estado de Jalisco, desde ayer y hasta el próximo domingo. Más de 150 mujeres escritoras, académicas e investigadoras de México, Chile, Perú, Puerto Rico, Uruguay, España y Colombia —y por primera vez una docena de sus pares varones—, se dieron cita por sexta ocasión para “rescatar la tradición oral, dar voz al que ha quedado mudo y mostrar al mundo nuestra riqueza ancestral” en contra de la “ofensiva de la mediocridad avalada por la mediocridad de la mercadotecnia”, en palabras de Hernández Muñoz, organizadora del evento. Nubia Macías, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), al hablar desde el presidium antes de la primera conferencia magistral dictada por la autora española Ana María Navales (Premio Letras de Aragón), dijo que el propósito de esta cita literaria era “que las escritoras fueran publicadas y leídas”. En plática con Crónica, la funcionaria de la FIL comentó que “la gran ambición (de la cita literaria) es promover que la obra de las participantes sea difundida y traducida a otros idiomas”. Por su parte, la poeta puertorriqueña Maireyn Cruz-Bernal, quien organizó el mismo encuentro el año pasado en San Juan de Puerto Rico, leyó las primeras estrofas de uno de sus poemas: “Te levantas mujer/ por debajo de tu falda/ tocas tu sexo oloroso y limpio/ como una isla/ que por debajo del mar/ abraza al mundo/”. Luego definió a las participantes, ella incluída —que buscan ser “escritoras y no mujeres que escriben” y casi todas han sido publicadas en sus países de origen— como “unas alucinadas recorriendo pasillos en las noches más terribles de nuestras vidas, acunándonos en instantes con letras que nos llegan de lejos por e-mail, de alguna con quien nos escribimos y que también se salva en su noche, en su pasillo, en su país”. En el auditorio del museo, en el corazón del Centro Histórico tapatío, donde se reunieron ayer para escuchar la primera conferencia magistral de Navales, las creadoras no paraban de moverse, tomarse fotos, abrazarse unas a otras, compartir sus obras e intercambiar direcciones. Todo así hasta que se instaló en el presidium la autora de Cuentos de Bloomsbury, tras las huellas de Virginia Woolf, e inició su charla, que versó sobre la influencia de la novelista británica en su obra. “Mi obsesión por Virginia Woolf (se debe sobre todo) a su manera de encarar la literatura y por su preocupación de la forma y la evolución de la literatura”, leyó la también poeta y ensayista. En un tono casi profesoral, que provocó el silencio absoluto en el lugar, Ana María prosiguió: “Lo importante no es lo que se cuente, sino cómo se cuenta”, y agregó que la maestría estructural de la obra de la Woolf es un ejemplo de ese axioma que ella admira tanto. Con la autora de Las Olas, Ana María mantiene una relación “secreta y privada”, y admitió que su interés en ella “va más allá de su obra para conocer su personalidad; me contagió sus dudas y su desánimo hasta bordear, como ella, la locura”. Al terminar su ponencia, las participantes se dividieron en dos grupos para continuar la jornada en otras salas del museo donde se instalaron las mesas de varias ponentes que continuaron hasta tarde la noche de ayer. Las charlas incluyeron disertaciones sobre la obra de Elena Poniatowska, de Rosario Castellanos, Inés Arredondo, Isabel Edwards y Rosario Ferré, entre otras reconocidas autoras.